
Cerca de La Francia, Juan José Marconetti quiere que 90 hectáreas de su campo sean conservadas como bosque nativo, pese al alto valor de la tierra y a que está rodeado de sembradíos de soja y maíz. Dice que quiere proteger el ecosistema.
Estancia La Adela, paraje rural rodeado de campos de soja y maíz guarda en su corazón uno de los pocos montes nativos que sobrevivieron ante el avance de la producción agropecuaria en el este cordobés. Una rareza, en el marco del fenomenal desmonte que ha caracterizado al desarrollo agropecuario en casi toda Sudamérica en la última década.
"Es un monte que nunca fue tocado ni se practicó la agricultura. Mi tío siempre lo conservó en su estado natural y yo quiero que se siga manteniendo de la misma manera", explicó.
90 hectáreas de bosque de espinillos, talas, quebrachos, algarrobos y chañares, que ocupan el 13 por ciento del total de la estancia de Marconetti. El resto está dedicado a los cultivos, sobre todo de soja y maíz. Esas 90 hectáreas tienen un valor comercial, por su potencial agropecuario, de no menos de dos millones de pesos.
La idea no es sólo preservar un bosque para que las futuras generaciones tengan la chance de saber cómo eran antes de que desaparecieran. También sirve su conservación en términos ambientales y de rescate del patrimonio histórico regional.
"Nunca más quiero escuchar un tiro de un cazador en mis tierras", aseguró el productor.-
"Yo no busco nada a cambio. Acá no hay intereses económicos en juego y lo único que me gustaría es que las autoridades me brinden el respaldo necesario para poder prohibir la caza en este lugar y para poder preservarlo y protegerlo", asegura Juan José Marconetti.
REALMENTE UN EJEMPLO A IMITAR.-
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